A pesar de que la arquitectura expresionista fue individualista se pueden establecer una serie de criterios objetivos que la definen. Dentro de las múltiples obras expresionistas que hoy se conocen, e independientemente de las grandes diferencias que entre ellas hay, también se pueden ver aspectos comunes:
- Distorsión de las formas para suscitar la emoción.
- Subordinación del realismo de las expresiones simbólicas y estilísticas, frente a la experiencia interior.
- Búsqueda implícita de la novedad, la originalidad y el visionismo.
- Profusión de los esquemas y trabajos en papel o maquetas, con una exploración y representación del concepto más profunda que la construcción misma.
- Soluciones híbridas, no necesariamente simplificables a un único concepto.
- Temática romántica de los fenómenos naturales, como las grutas, las montañas, los rayos, el cristal o las rocas, dotando a la arquitectura expresionista de un carácter más mineral que vegetal o animal.
- Uso del potencial creativo del artesano.
- Cercanía del estilo gótico, románico y rococó frente al clasicismo.
- Simbiosis entre el carácter de las culturas occidental y oriental, visible en el empleo de influencias de culturas tan variadas como el islámico, Egipto, la India, o las arquitecturas romana o griega.
- Concepción artística de la arquitectura.
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